Remeras con historias

Colección Kaisen
"Todo lo valioso lleva tiempo" 

Remera Aiko
En un pequeño pueblo, rodeado de montañas y bosques, vivía una mujer llamada Aiko. Desde su infancia, Aiko había sentido una conexión especial con la luna. Cada noche, se sentaba en su balcón, observando cómo la luna cambiaba de forma, iluminando el cielo con su suave luz plateada. Para ella, las fases lunares eran algo más que un fenómeno natural; eran un reflejo de su propia vida y de las emociones que atravesaba. Cuando la luna estaba en su fase nueva, Aiko se sentía como en un profundo sueño, llena de anhelos y sueños por cumplir. Era un tiempo de introspección, un momento para sembrar las semillas de sus deseos más profundos. En esas noches oscuras, escribía en su diario, reflexionando sobre lo que quería alcanzar. La nueva luna le recordaba que cada final es un nuevo comienzo, y en su corazón, sabía que estaba lista para dar el primer paso hacia lo que deseaba.
A medida que la luna crecía, pasando por la fase creciente, Aiko sentía cómo su energía se renovaba. Era un tiempo de acción y valentía. Se aventuraba a salir, a socializar y a compartir sus sueños con los demás. En cada encuentro, se llenaba de confianza, sintiendo cómo su luz interior comenzaba a brillar. La luna creciente le enseñó que, al igual que ella, todos tenían el poder de crecer y transformarse. Cuando la luna alcanzaba su fase llena, Aiko experimentaba una ola de emociones intensas. Era un momento de plenitud, donde se sentía completamente viva y empoderada. Pero también había momentos de vulnerabilidad, de dudas y de reflexiones. Durante esas noches, se dejaba llevar por la belleza de su propia fuerza y fragilidad, reconociendo que ambas eran parte de su esencia. La luna llena le recordaba que estaba en su mejor momento, pero también que era humano y que había belleza en los altibajos de la vida.
Finalmente, cuando la luna comenzaba a menguar, Aiko se sumía en una etapa de liberación. Era un tiempo de soltar lo que ya no le servía, de reflexionar sobre las lecciones aprendidas. En esas noches, se rodeaba de tranquilidad, meditando y agradeciendo por todo lo vivido. Comprendía que, como la luna, no siempre podía estar en su máximo esplendor, y eso estaba bien. Era en este ciclo donde encontraba la paz, reconociendo que cada fase era necesaria para su crecimiento. Así, Aiko se dio cuenta de que su vida era un ciclo continuo, un reflejo del viaje de l a luna. Aprendió a abrazar cada fase, a sentirse identificada con la luna en su transformación constante. Con el tiempo, se volvió más fuerte, más sabia y más amorosa consigo misma. Y cada vez que miraba al cielo, sabía que, al igual que la luna, siempre habría belleza en sus ciclos, un recordatorio de que las fases de la vida son parte de un viaje hermoso y valioso. Aiko sonrió, sintiéndose conectada no solo con la luna, sino con todas las mujeres que, como ella, atravesaban sus propias fases, iluminadas por la esperanza de un nuevo amanecer.

Composición: 100% algodón

Medidas tomadas de la prenda en plano

Talle 1
Ancho de busto: 46 cm
Hombros: 40 cm
Largo: 57 cm

Talle 2
Ancho de busto: 49 cm
Hombros: 44 cm
Largo: 58 cm

Talle 3
Ancho de busto: 51 cm
Hombros: 47 cm
Largo: 60 cm

Talle 4
Ancho de busto: 53 cm
Hombros: 49 cm
Largo: 61 cm

Talle 5
Ancho de busto: 55 cm
Hombros: 50 cm
Largo: 63 cm